Miguel Ángel Chinchilla
Entre la cantidad de leyes que la Asamblea Legislativa de El Salvador tiene pendiente de aprobar en el presente período se encuentran por ejemplo la ley general de aguas, la ley de medios de comunicación y la ley de cultura y arte de la república de El Salvador, entre otras. No voy a referirme aquí a las dos primeras sobre las cuales los medios han dedicado mayor tiempo y espacio para su comentario, pero sí voy a reseñar la ley de cultura y arte presentada hace casi un año por la Secretaría de Cultura del FMLN a la comisión de cultura y educación del órgano legislativo.
Sabemos que la cultura ha corrido una suerte de cenicienta dentro del quehacer del Estado, ya sea por temor, ignorancia o desidia, tanto que el actual gobierno a punto de concluir su período, no logró en cinco años enrrumbar institucionalmente el quehacer artístico y cultural tan vital para la salud identitaria de nuestra población. No obstante la Secretaría de Cultura del Frente con el apoyo de un grupo ciudadano gestor e independiente de artistas e intelectuales, logró dar forma a un proyecto de ley de cultura y arte, el cual fue presentado a la Asamblea en noviembre de 2012, mismo que no entra todavía a discusión y se encuentra engavetado en algún archivo de oficina.
Se trata de un documento que consta de catorce títulos, a saber: I. Objeto, ámbito de aplicación; II. Los derechos culturales; III. La política de Estado de cultura y arte; IV. De los pueblos originarios; V. Gestión estatal de la cultura y del arte; VI. Proyectos culturales y artísticos de la sociedad y su fomento por el Estado; VII. Del patrimonio cultural de El Salvador; VIII. De la educación artística; IX. De la producción artística del Ministerio de Cultura; X. Del Ministerio de Cultura y sus entes autónomos; XI. Investigación cultural, artística e histórica; XII. Régimen laboral y protección social de los trabajadores de la cultura y el arte; XIII. Empresas culturales nacionales y su fomento por el Estado; y, XIV. La política internacional de relaciones culturales de El Salvador.
Como dije en su momento y lo sigo sosteniendo, para mí hace falta en este proyecto un título XV que se refiera al quehacer de los medios de comunicación en relación a la cultura y el arte, ya que los medios son un soporte ineludible para la difusión del mensaje artístico y cultural, no obstante dicha omisión podría ser rescatada al momento de discutir el documento en el seno de la comisión legislativa correspondiente.
Pero veamos ¿cuáles serían los beneficios tangibles que ocasionaría para el país la aprobación de esta ley? Primeramente detengámonos en el Art.3 del documento de marras donde dice que: “se entenderá por cultura el conjunto de valores y creencias que dan forma, orientan y motivan el comportamiento de las personas”. O sea que la cultura tiene que ver entonces no sólo con lo estético sino también con lo ético, con los valores, con la axiología nacional tan venida a menos, desde por ejemplo ser uno de los países más “cochinos” del planeta, hasta la falta de honestidad en el seno de un símbolo popular por excelencia como es la selección nacional de fútbol, sin dejar de mencionar las picardías y sinvergüenzadas de algunos funcionarios y empresarios en el pasado más reciente.
El trabajador de la cultura llámese artista, intelectual, académico, investigador o promotor, tiene derecho a difundir su mensaje así como la población destinataria tiene derecho a recibirlo y retroalimentarlo, en un proceso dialéctico de oferta y demanda con el propósito de “alcanzar –como reza el documento en su Art. 9- el bienestar, el desarrollo humano creativo, la paz y la plenitud de vida en democracia”.
Aspecto esencial en el documento es la creación de una política de Estado sobre cultura y arte, a través de la conformación de estrategias culturales que involucren a todos los agentes estatales, instituciones y dependencias, que deberán asumir lo concerniente a la aplicación de la nueva ley tal como indica el Art.35 del dicho anteproyecto. Para ello se plantea la creación del Ministerio de Cultura, lo cual es una promesa que hizo el candidato a la presidencia por el FMLN, Salvador Sánchez Cerén, en un evento con trabajadores del arte y la cultura. En el Art.52 se propone que el presupuesto del Ministerio de Cultura será al menos el 0.60% del presupuesto general de la nación en cada ejercicio fiscal.
El título IV se refiere a los pueblos originarios, sus derechos humanos, civiles y políticos, sus tradiciones, su historia, su tierra, su paisaje, su idioma, su economía y sus expresiones fundamentales. Asunto de primer orden contemplado en el documento es también el involucramiento en el quehacer cultural de los 262 municipios que existen a nivel nacional, con sus políticas propias de gestión y creación, sus planes operativos, sus acciones comunales en el desarrollo local en la valoración, protección y defensa de su patrimonio cultural, tal como se consigna en el Art.64 del mencionado proyecto.
De vital importancia para el desarrollo cultural es asimismo el aspecto del financiamiento de proyectos, para lo cual en el Art.72 y subsiguientes, se hace referencia a la creación del Fondo Nacional Concursable para la Cultura y las Artes. Este fondo nacional enunciado por sus siglas FONNCA, funcionará a través de un fideicomiso y uno de sus objetivos primordiales será costear proyectos de investigación cultural, estética, histórica, antropológica, literaria, lingüística, arqueológica y humanística, así como conferir becas de estudio e investigación.
El título VII aborda el tema del Patrimonio Cultural de El Salvador, sobre lo cual habrá que decir que dicho título vendría a derogar la actual Ley Especial de Protección al Patrimonio Cultural de El Salvador que data de 1993.
En el título VIII se aborda el asunto de la Educación Artística y Literaria la cual deberá ser de carácter obligatorio en todas las escuelas públicas y privadas, desde primaria hasta bachillerato, según expresa el Art.159 del referido documento. Se habla también de la creación del Instituto Superior de las Artes, del Centro de Formación de Escritores, de diversos talleres de creación y de la formación de gestores y administradores culturales, así como la implementación de las Escuelas Vivas que son espacios no formales de educación artística (Art.168).
En lo referente al tema de la música (Art.185) se establece que el Ministerio de Cultura tendrá funciones específicas como crear un museo de música y la promoción de los músicos salvadoreños y su debida remuneración, no obstante omite el punto de la discografía nacional como una función primordial en apoyo de este rubro artístico.
En cuanto a la literatura, el anteproyecto en lo que corresponde al Ministerio de Cultura, contempla la creación de una revista en línea, un congreso nacional de escritores y la dotación de premios. Asimismo se refiere a la creación de una compañía nacional de teatro y de los elencos artísticos municipales.
Más adelante se aborda el tema de las Casas de la Cultura (Arts.197 – 202) una vieja y obsoleta red que hoy por hoy pide a gritos una reingeniería total y profunda.
En el título X se menciona la creación del Instituto Salvadoreño de Cinematografía (Art.203), su misión, sus funciones, las obras cinematográficas como riqueza del patrimonio nacional y la cineteca nacional. En el Art.216 del capítulo III del mismo título X, se alude además al tema de la creación de la Editorial Nacional de Cultura y Artes, la cual deberá ser dotada según el documento con un porcentaje mínimo del 3% del presupuesto correspondiente al ministerio de Cultura. En este capítulo se habla de distribución, de ferias y de exoneración de impuestos para los autores nacionales. Esta parte del documento propiciará la derogación de la actual Ley del Libro vigente desde 1994.
El título XI se refiere a la investigación cultural, estética e histórica, a través de la creación de un Instituto que estará integrado con académicos de las diferentes especialidades como son historia, historiografía, sociología, antropología, etc.
En el título XII el anteproyecto aborda un asunto muy sensible en el día a día de los trabajadores del arte y la cultura, cual es el régimen laboral y protección social de los trabajadores de la cultura y el arte, “con el fin de que puedan gozar de todos y cada uno de los derechos jurídicos, sociales y económicos que son inherentes a la condición de trabajador” (Art.237), es decir, el trabajador de la cultura tiene derecho a gozar de prestaciones como el Seguro Social, pensión vitalicia y vivienda digna, entre otras.
El titulo XIII se refiere a las empresas culturales nacionales, las cuales según el Art.257 se clasifican en micro, pequeñas y medianas empresas culturales. Se dedican a producir artículos editoriales, fotografías, videos, ilustraciones, artesanías, programas de radio, multimedia, espectáculos, discos, gastronomía y juguetes, hasta dedicarse también a la formación de profesores y a la investigación, todos los cuales serán considerados bienes y programas de utilidad pública.
Por último en su título XIV el dicho documento se refiere a la política internacional de relaciones culturales de El Salvador, que establece el apoyo a los procesos de integración regional, así como la difusión de acuerdos y convenios, intercambios, representaciones diplomáticas y agregados culturales.
Es necesario entonces que este proyecto entre ya a discusión en la comisión respectiva, lo cual amerita una campaña de inducción y sensibilización dirigida primordialmente a los diputados de la Asamblea Legislativa, con el objetivo de hacerles comprender que la aprobación de esta ley tiene tanta importancia como la ley de acceso a la información pública o como la ley general de aguas que también se encuentra en lista de espera para su aprobación. Obviamente como ya dije líneas arriba, el documento adolece de algunas omisiones y otros aspectos discutibles los cuales deberán ser solventados al momento de los debates y las consultorías comparativas, puesto que según parece otras instancias también han elaborado proyectos similares sobre la misma temática. A propósito, la Secretaría de Cultura de la Presidencia como ente rector gubernamental de la cultura nacional, se quedó solo en el amago de presentar su anteproyecto que al final no cuajo quién sabe por qué razones. Lo que nos corresponde ahora a los trabajadores del arte y la cultura es hacer presión para que esta ley sea aprobada en el más breve plazo, habrá entonces que alistar las pancartas y encaminarnos hacia donde otrora estuvo el palo de hule para ser escuchados ¡Abur!
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