Padre Toño: «Las pandillas no son el principal problema de la violencia»

28 Abr

El religioso Antonio Rodríguez se desliga por completo de su participación en el proceso de pacificación relanzada esta semana y asegura que el problema de violencia es muy amplio y en él participan muchos sectores.

Antonio Rodríguez, el sacerdote que inició los programas de prevención o de reinserción dirigidos a pandilleros y que ahora participa en el diálogo por la seguridad impulsado por el Ministerio de Seguridad, se separó por completo del trabajo realizado por Raúl Mijango y monseñor Fabio Colindres.
Además, asegura que las propuestas que presentaron monseñor Colindres y Mijango son de su autoría y que no se puede pretender que el problema de la violencia se resuelva a corto plazo.
¿Cómo se puede trabajar para evitar la violencia generada por las pandillas?
El problema de la violencia no se puede atribuir solamente a las pandillas; este es muy amplio y en él participan muchos sectores. Las pandillas no son el principal ni el mayor actor de la violencia.
Es importante que tengamos y visualicemos quiénes son los responsables y atendamos las causas estructurales de la violencia. Con las pandillas se puede trabajar de muchas formas; por ejemplo desde el ámbito local, como hemos venido trabajando.
¿Hay diferencia entre este proceso y el anterior, que fue relacionado con una tregua entre las pandillas?
Las ideas del proceso de pacificación lanzadas esta semana no difieren de las ideas que hemos venido trabajando. A mí me gustaría que dijesen de quién son estas ideas. Es un atentado contra la propiedad intelectual que incluso me copien textualmente propuestas que yo he hecho y se las apropien.
Si no tienen ideas ¿qué buscan Raúl Mijango, monseñor Colindres y Paolo Lüers?
No sé… son utilizados, porque al final la cara de un obispo es importante para la vida pública y don Raúl Mijango es un guerrillero, sin estudios, sin preparación, sin formación.
Yo les pregunto: ¿en dónde está el proyecto de rehabilitación que ha generado Raúl Mijango con los 30 líderes de pandillas? ¿Los sacó para rehabilitarlos o para construir con ellos un poder?
¿Puede tomarse como rebeldía la participación de monseñor Colindres en el relanzamiento del proceso de paz, tomando en cuenta que no fue elegido por la Conferencia Episcopal?
No creo que sea rebeldía. Como bautizado lo puede hacer, pero es bueno que como Iglesia Católica unida en el evangelio, unidas en Jesucristo, que tengamos la visión.
Me parece que el señor obispo, monseñor Escobar Alas, nos ha dado las ideas importantes y claras para trabajar como sacerdotes en este proyecto y la Conferencia Episcopal se ha pronunciado también, por eso es necesario que como sacerdotes y pastores nos unamos y tengamos un proyecto amplio y común.
¿Cuál es la diferencia entonces entre el proceso en el que el gobierno participa como facilitador y el relanzamiento de la tregua?
Que este es amplio y transparente y es un proyecto de país, con actores sociales del país, es un acuerdo de nación con todos los sectores y actores del país. Abierto, amplio, plural y transparente. Esa es la diferencia.
¿Cómo incidiría positivamente en los hechos de violencia este nuevo proceso?
Los hechos de violencia nos están manifestando que ningún proyecto que quiera tener resultados para mañana es sostenible en el tiempo.
Necesitamos políticas, acciones y construcciones que sean sostenibles en el tiempo y eso solamente se puede hacer cuando estamos todos los salvadoreños unidos en la construcción de un gran pacto de nación.
¿No teme que su participación en este nuevo proceso sea generador de amenazas de muerte para usted?
No, porque mi participación es con la paz. Llevo 15 años trabajando en momentos y situaciones adversas. Mi trabajo con pandillas ha sido un trabajo eminente pastoral, de acompañamiento y es un granito de trigo en medio de un gran problema.
Mi trabajo no es sostenible si no estamos todos. La paz la necesitamos todos y la paz nos necesita a todos.
¿En qué momento se rompió la relación que tenía con Raúl Mijango y monseñor Colindres, en qué momento se dio la separación entre ustedes?
Nunca hubo una unión; entonces lo que no está unido no se puede separar. Monseñor Colindres nunca me llamó por teléfono, nunca tuve una relación con él. Nunca fui incluido en ningún proceso, yo quise ayudar a la tregua, a la transparencia, a la amplitud, a la unificación del diálogo.
Pero ellos nunca se abrieron a la transparencia, al diálogo, a la inclusión. Para lo único que me llamaban era para las fotos y los actos públicos, cuando necesitaban caras potables del país. Yo nunca estuve unido a ellos.
Usted siempre hizo críticas puntuales sobre el proceso…
Incluso cuando yo me quise sumar a la tregua dije que quería sumar las críticas. Todo proceso que tiene elementos de autocrítica y sabe gestionar la autocrítica se profundiza, se sostiene y se amplía.
Cuando un proceso es totalmente enemigo de cualquier capacidad crítica venga de donde venga se autodestruye por sí mismo. La tregua no toleraba críticas y a lo largo plazo la tregua se ha ido autodestruyendo sola porque no ha sido capaz.
Raúl no es un hombre dialogante, transparente, amplio… menos educado, y necesitamos una visión mucho más amplia.
Mucho se habla que si hubo o no hubo tregua, que si se terminó… ¿qué era lo que había?
Lo que pasó es que ningún proceso que quiera tener resultados para mañana va a ser sostenible, porque las causas estructurales de la violencia no se van a solucionar mañana. Podemos maquillar, reducir homicidios drásticamente a través de algún mecanismo menos o mayor perverso.
Necesitamos acuerdos, líneas de base, políticas estructurales para que tengamos resultados no para mañana, sino mucho más amplios.

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